- Lectura: Josué 2:12-14
- Versículo clave: Josué 2:14
- Lectura de apoyo: Éxodo 33:19; Lamentaciones 3:21-22; Romanos 9:15-18; Efesios 2:4-7; Tito 3:4-7
El poderoso Dios del que había oído Rahab, en el cual había puesto su fe, su confianza, sabiendo que no hay otro Dios como Él, quiso compadecerse de ella y librarla de la destrucción que Él mismo habría de traer sobre los impíos. No fue porque Rahab lo mereciera, ni porque fuera una “buena persona” ni aún por guardar a los espías, sino que iba a ser salvada por un Dios que se deleita en misericordia.
La abundancia de las riquezas de la misericordia de Dios, se mostraron en Jesús cuando murió en la cruz del calvario recibiendo sobre sí mismo el castigo del Padre por todos los pecados de su pueblo. Ahora, por su misericordia, Dios recibe como sus hijos a todos aquellos que por la fe en Jesús se acercan a Dios, no confiando en sus méritos ni en su propia justicia, sino solo en el sacrificio de Jesús. ¿Dónde está hoy tu confianza? ¿Es Jesús tu esperanza o descansas en tus propias obras? Cree en Jesús y por la misericordia del Salvador hallarás descanso para tu alma. Nehemías 9:31